Durante los años de la crisis, las empresas de distribución tuvieron que llegar a acuerdos con las farmacias en los que incorporaban mecanismos propios de entidades financieras, como líneas de créditos, aplazamientos en distintas fórmulas adaptadas a cada farmacia y adelantamiento de suministros a cuenta. Aunque en algunos casos, señalan fuentes de los mayoristas, «estos créditos se concedieron sin un análisis de viabilidad ajustado al escenario negativo de entonces, y aumentaron puntualmente la dificultad de la distribución (en especial las cooperativas) para continuar financiándose a través del ahorro de sus socios». Pero esas dificultades se superaron.

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